No todo el Mal procede de los lobos

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Foto: Beatriz Santiago Ortiz

“Hoy me doy cuenta de que la explicación feminista ya no me basta; no porque no sea verdadera sino porque no es suficiente, lo suficientemente grande como para abrazarlo todo; no todo el mal es efecto exclusivo del patriarcado, ni todo el mal procede de los lobos. No todo el mal desaparece practicando la Tabula Rasa; queda también un resto que lleva el signo de la diferencia sexual femenina.

El mal circula copiosamente incluso entre nosotras las mujeres y no solo en las que creen que nacieron de la cabeza del padre; mi experiencia de vida me permite afirmar con tranquilidad y certidumbre que el feminismo no está en absoluto exento ni es inmune a su toque. El sentirme segura entre las mujeres, excluyendo la posibilidad de circulación del mal entre nosotras, me ha llevado a avanzar desnuda, desprovista de instrumentos de protección y de defensa, a veces incluso sin piel, con el resultado inevitable de verme caer al suelo ruidosamente y arruinada en diversas ocasiones, generando lagos de sangre y de lágrimas, a veces hiriéndome solo la piel, a veces rompiéndome los huesos. Hoy por hoy estoy segura de que las cicatrices más densas que tatúan mi cuerpo llevan el signo de la diferencia femenina.”

(Barbara Verzini, Tocadas por el Mal, p. 98).

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